Ya has escuchado del gesto. Te acuestas boca abajo y tensas tus extremidades en algún espacio, usualmente público y documentas la pose. Las imágenes se comparten viralmente y tienes el recién nacido fenómeno del “planking”.
La acción es tan simple que no se requiere de una capacidad específica para ejecutar esta modalidad performativa de arte público. Todos podemos hacer planking porque todos podemos acostarnos boca abajo.
Sin embargo, esa ausencia de una técnica más estudiada, nos provee diversos placeres al hacer o leer un planking. El gesto mismo se cancela y solo podemos significar las propuestas por su especificidad espacial o interacción con el lugar y público.
El cuerpo es la llave para abrir ciertos espacios pero sin alterar radicalmente su normalidad. Podríamos decir que el “plankin” es un anti- performance. No significa, solo es.
Por ahora nos encontramos explorando las posibilidades de este trend internacional, de seguro efímero.
Fuera de los plankings en plazas y suelos indiferentes, hemos notado variaciones en los plankings compartidos en la red hasta ahora.
Nos parece curioso ver los planking stunts. Son aquellos que colocan su cuerpo en plank position en lugares menos seguros. Digamos en el balcón de una casa. (Ya murió alguien intentando esta faena cuando cayó seis pisos abajo)
De esta manera el arte público como reto, como contorsión y como muestra de babilla le resta interés al ensayo, al mensaje y hasta a la política del cuerpo. Se convierte en una manifestación de “look what I can do” y desaparece el ingenio de querer repensar los espacios intervenidos. El planking es la versión pública del arte más egoísta y casquetero.
Otra tendencia de este gesto es el “group planking”. Again, la estética solo se basa en la cantidad de los cuerpos , en el poder de convocatoria. ¿Cuántos plankers puedo reunir en un mismo lugar y tiempo para tomar una foto? Entonces la noción de grupo en el arte no tiene que ver tanto con colaboración sino con cooperación muy breve. Es juntar los cuerpos, adoptar una posición y conseguir la imagen, pero sin conseguir más nada. Aún cuando los cuerpos del colectivo forman una u otra figura al estar juntos, digamos una letra o una línea, lo que nos queda es una anti manifestación o un junte vacío. La falta de propósito o belleza desespera.
Otro aspecto planker que nos interesa es su temporalidad. Por esta acción estar diseñada para compartir en la red no necesita una duración en el real world del espacio intervenido. Necesitamos el tiempo de tomar la foto y nada más. Tal vez este aspecto sea el que nos cancele el planking como performance. Es innecesario en el espacio , solo existe en el frame de una foto por tomar y ya luego deja de existir. Cuando tomamos la foto el cuerpo plankeado se conviete en un cuerpo acostado, durmiente, tieso. Tal vez muerto.
Cuando leas esto ya nadie quedará plankeando. Es el momento ahora de pensar nuevas posibilidades de arte público y popular, para innovar, para no morir. Para divertirnos un poco jugando al arte.
Dentro de la tradición del performance el planking es otro episodio más de gracias por nada.
Comparto dos fotos de plankings que intenté recientemente tratando de contestarle a este breve escrito, para invalidarlo para darle un matiz político. Creo que he fracasado.
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